Capítulo 1:

La propuesta de este libro es la de un viaje hacia uno mismo. Este viaje se basa en la transmisión del saber y la ciencia hecha por los antiguos pueblos, aquellos de antes de la supuesta civilización y de antes de las religiones, antes de que el mensaje llamado de verdad sirviera solo los intereses de una casta con mentalidad de sometimiento.

La palabra de los antiguos aún está viva en ciertos pueblos. Nos llega generalmente a través de la tradición oral, pero también mediante grabados simbólicos en numerosos vestigios.

Este libro propone limpiar el discurso de los antiguos, eliminando las mentiras que lo acompañan hoy. Contrario a lo que se tiende a creer, estas tradiciones son de orden científico y basadas en largas y minuciosas observaciones. Ellos tenían tiempo.

El mensaje de los antiguos pueblos nos habla de ciencia y de evidencias, fáciles de reproducir. Sus experiencias naturales están al alcance de todos, incluso de los más eruditos. Formateados y adoctrinados, a menudo son los menos capaces de apertura.

Una vez practicadas estas experiencias, el velo se levanta sobre las bellezas de este mensaje universal. Cada una de ellas nos revela, paso a paso, el conjunto. Luego, nos sorprendemos al encontrar esta verdad en las prácticas de la vida cotidiana, en las palabras intercambiadas, o incluso en los gestos y la contemplación. Lamentablemente, también las encontramos en las mentiras, en la palabra desviada, o en el odio y el desprecio.

Nada puede ser un obstáculo para la luz ofrecida por esta ciencia ancestral. Nada es más agradable que la alegría proporcionada por la seguridad de conocer y reconocer el vínculo.

El mensaje es simple; propone una explicación del mundo accesible y natural, como lo es la verdad cruda. Estos pueblos antiguos estaban en contacto con el mundo, a la manera de los niños. Comprendían el mundo como lo que es, sin juzgar, sin querer imponer su visión, vivían el mundo y su interioridad con candor.

Estos hombres y mujeres de antes no eran en nada superiores o diferentes a nosotros. Eran, en todo y por todo, idénticos a lo que somos hoy, por eso todos podemos comprender su mensaje.

Su visión se basa en experiencias y observaciones científicas, realizadas por pueblos en contacto con la naturaleza. Sabemos hoy que el ser humano comprende desde hace casi cien mil años que el mundo se mueve según ciclos y que se transforma siguiendo reglas simples.

Tantos años de observación han permitido, por supuesto, al hombre comprender el mundo, pero sobre todo amarlo. Han elaborado un modo de transmisión de su ciencia adaptada a la vida en plena naturaleza. Esta transmisión está hecha de experiencias seguidas de contemplación, interiorización y juegos.

Este libro les propone hacer un recorrido de estos preceptos. El primero de este aforismo es el concepto de aliento. Sugiere ver la vida como un aliento que se propaga.

Un aliento que recorre a cada ser el tiempo de una vida. Es lo que inspira, lo que da vida, también es el vínculo entre los seres. A veces, se le nombra alma, aquella que anima los cuerpos. El aliento simboliza lo invisible en movimiento, creador y generoso.